viernes, 12 de septiembre de 2014

El periodismo deja de serlo cuando miente y falsea la verdad


PERIODISMO INDEPENDIENTE                             
Aunque en nuestro siglo XXI se tenga la impresión de que cosas como el honor, la honradez y tal vez también la "autoestima" hayan perdido el brillo de otros tiempos, no tan lejanos, y caido en desuso, existen testimonios de personas para las que estos valores tenían un significado extraordinario, por así decirlo. Aunque los hechos ocurrieron hace más de 100 años, siguen teniendo hoy la misma vigencia y su protagonista fue...

John Swinton.    John Swinton


Confesión

Una vieja historia de periodistas habla de John Swinton, durante muchos años jefe de redacción del diario norteamericano The New York Times, que a principios del siglo XX y durante un almuerzo de trabajo tuvo la osadía de lanzar una de las más brutales confesiones jamás escuchadas dentro de la profesión. Su discurso fue recogido y reproducido por multitud de autores estadounidenses y canadienses, como Douglas Reed o Adrien Arcand, y acabó traspasando fronteras para impactar en redacciones de todo el planeta.

En aquel almuerzo con el que sus compañeros quisieron homenajearle en el momento de su jubilación, uno de los comensales levantó su copa al llegar a los postres y propuso brindar por la independencia de la prensa. Swinton contesto con estas palabras:

"No existe lo que se llama prensa independiente, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su honrada opinión, pero, si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería nunca publicado.

Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. Muchos, entre vosotros, reciben salarios parecidos por un trabajo similar… y si uno cualquiera de vosotros estuviera lo suficientemente chiflado para escribir su honrada opinión se encontraría en medio de la calle buscando un empleo cualquiera, exceptuando el de periodista.

El trabajo de periodista de Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano.

Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues ¿a qué viene esa locura de brindar a la salud de una prensa independiente?

Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos unos polichinelas; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren.

Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. Nosotros somos unos prostitutos espirituales."