miércoles, 18 de junio de 2014

Las cosas tienen una explicación más simple y comprensible-

¿Quién es  Thierry Meyssan ?

Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).
El enfrentamiento entre los golpistas de Kiev, respaldados por la OTAN y la Unión Europea, y los federalistas ucranianos, que cuentan con el apoyo de Rusia, ha llegado a un punto en que es imposible volver al statu quo ante. El 2 de mayo de 2014, el presidente golpista Olexander Turchinov y el oligarca israelo-ucraniano Igor Kolomoisky organizaron una masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, hecho al que la prensa occidental ha restado importancia desde el primer momento y que ahora esconde, a pesar de los testimonios y pruebas que siguen acumulándose [1]. Después de los horrores registrados en Odesa el 2 de mayo, no parece posible que las dos poblaciones puedan seguir viviendo juntas.
Quedarían 3 posibles escenarios: 
- Estados Unidos decide transformar Ucrania en una nueva Yugoslavia donde provocar una guerra, con la esperanza de implicar en ella a Rusia y la Unión Europea para que se desgasten entre sí; 
- Estados Unidos trata de multiplicar los teatros de enfrentamiento alrededor de Rusia, empezando por Georgia; 
- Estados Unidos empuja combatientes no estatales a desestabilizar a Rusia en Crimea o en Daguestán.
Independientemente de la opción que se escoja al final, el hecho es que Washington ya está creando desde ahora un ejército de mercenarios.
El Consejo de Defensa del nuevo régimen de Kiev ha enviado emisarios a Europa occidental para contratar militantes de extrema derecha dispuestos a ir a Ucrania a luchar contra los federalistas –calificados de «pro-rusos». Y ya se creó una célula «Pravy Sektor Francia» cuyos miembros serán incorporados próximamente a la Guardia Nacional ucraniana. Por otro lado, el Consejo de Defensa de Kiev tiene también la intención de engrosar las filas de sus defensores agregando a estos neonazis de Europa occidental numerosos yihadistas, poseedores de verdadera experiencia en el plano militar.
Si pasamos por alto cierta mezcolanza de símbolos, lo cierto es que nazis y yihadistas tienen cosas en común: el culto de la violencia y el sueño sionista de dominación mundial. Y son por lo tanto compatibles con todas las demás organizaciones que Washington apoya, hasta con el Frente de Izquierda Ruso de Serguei Udaltsov y con su amigo Alexei Navalny. De hecho ya existen numerosos contactos entre ellos.
Más que aplicar la clásica categorización derecha/izquierda de los tiempos de la guerra fría, la única línea definitoria pertinente en estos tiempos es imperialismo/resistencia. En Ucrania, el régimen de Kiev y sus partidarios usan como referencia la lucha de la Wehrmacht contra los judíos, los comunistas y los rusos mientras que en Donetsk se celebra la victoria de la Patria sobre el fascismo durante la «Gran Guerra Patria», o sea la Segunda Guerra Mundial. Los de Kiev definen su identidad en función de su propia Historia, ya sea esta real o mítica. Los de Donetsk se definen como personas provenientes de comunidades con historias diferentes pero unidas por su lucha contra la opresión.
La prueba viviente de que esta frontera es la única realmente pertinente es el oligarca judío Igor Kolomoisky, quien financia individuos que gritan «¡Muerte a los judíos!». Kolomoisky es un mafioso que ha acaparado una de las mayores fortunas de Europa apoderándose –a punta de pistola– de grandes empresas de la metalurgia, la finanza y la energía. Goza del respaldo de Estados Unidos y ha posicionado varias personalidades estadounidenses –como el hijo del vicepresidente Joe Biden– en el consejo de administración de su holding ucraniano del gas [2]. Kolomoisky no sólo no tiene ningún reparo en financiar grupos neonazis sino que además se alegró cuando estos asesinaron –por orden suya– varios judíos antisionistas en Odesa.
No es nueva la colaboración entre nazis y yihadistas. Tiene su origen en las 3 divisiones musulmanas de la Waffen SS. La 13ª División SS «Handschar» se componía de bosnios, en la 21ª División SS «Skanderbeg» eran kosovares y los combatientes de la 23ª División SS «Kama» eran croatas. Todos eran musulmanes y practicaban un islam influenciado por Turquía. A fin de cuentas, la mayoría de aquellos combatientes desertaron durante la guerra contra el Ejército Rojo.
Más recientemente, nazis y takfiristas lucharon juntos nuevamente contra los rusos a raíz de la proclamación del Emirato Islámico de Ichkeria (Segunda guerra de Chechenia, 1999-2000).
El 8 de mayo de 2007, en Ternopol –localidad del oeste de Ucrania– nazis de los países bálticos, de Polonia, Ucrania y Rusia y yihadistas ucranianos y rusos crearon un llamado «Frente Antiimperialista», con apoyo de la CIA. Su presidente es Dimitro Yarosh, convertido por obra y gracia del golpe de Estado de Kiev –en febrero de 2014– en secretario adjunto del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania y posteriormente en candidato de Pravy Sektor a la elección presidencial del 25 de mayo.
En julio de 2013, el emir del Cáucaso y responsable local de al-Qaeda Doku Umarov exhortó a los miembros del «Frente Antiimperialista» a irse a luchar a Siria. No existe, sin embargo, documentación clara sobre la participación de nazis en las operaciones de desestabilización que actualmente se desarrollan en el Levante.
Lo que sí se sabe es que varias decenas de yihadistas tártaros de Crimea estuvieron luchando en Siria y fueron posteriormente trasladados a Kiev por el servicio de inteligencia de Turquía (MIT) para participar en los desórdenes de EuroMaidan y en el golpe de Estado del 22 de febrero, junto a Dimitro Yarosh [3].
Las medidas adoptadas en Europa, a pedido del secretario estadounidense de Seguridad de la Patria Jeh Johnson, para impedir el regreso de los yihadistas a sus países de origen muestran que la CIA tiene intenciones de utilizarlos en un nuevo frente [4]. La dimisión forzosa del príncipe saudita Bandar Ben Sultan, el 15 de abril y a pedido del secretario de Estado John Kerry [5], y la de su hermano el príncipe Salman Ben Sultan, el 14 de mayo y bajo la presión del secretario de Defensa Chuck Hagel [6], demuestran la voluntad estadounidense de avanzar hacia una refundación del dispositivo yihadista.
¿Sabrán los europeos y árabes que han optado por la resistencia aliarse también?
Thierry Meyssan

jueves, 12 de junio de 2014

La fuerza bruta en vez de la diplomacia

las Fuerzas Especiales fueron concebidas como un medio de utilizar recursos militares en la realización de operaciones de guerra no convencional, fundamentalmente provocando motines u organizando asesinatos de opositores políticos. En este momento, Washington ya está utilizando secretamente sus Fuerzas Especiales en 78 países. Sin embargo, sigue negando públicamente la existencia de sus misiones, a pesar de que el presupuesto anual de las Fuerzas Especiales estadounidenses ya sobrepasa los 10 000 millones de dólares. La globalización de ese tipo de cuerpo militar apunta a seguir extendiendo la dictadura invisible del imperio estadounidense.
A veces sucede que un simple accidente propicia el descubrimiento de una «guerra secreta». Así sucedió en Sanaa, la capital de Yemen, donde un agente de la CIA y un miembro de las Fuerzas Especiales estadounidenses abatieron dos personas a tiros. Según la versión oficial, los muertos eran dos terroristas de al-Qaeda que querían secuestrarlos. El incidente, que no estaba nada claro, suscitó una ola de protestas contra el gobierno yemenita, que ya venía siendo objeto de duras críticas por permitir que los drones de la CIA sigan operando en Yemen desde una base en Arabia Saudita.
El Pentágono, según confirma el New York Times, ha intensificado las acciones de sus Fuerzas Especiales en Yemen, país de gran importancia debido a su estratégica posición en el estrecho de Bab el-Mandeb, entre el Océano Índico y el Mar Rojo, atravesado por las principales rutas petroleras y comerciales que conectan el Asia con Europa.
Frente a Yemen, a sólo 30 kilómetros, en la costa africana del estrecho, se halla Yibuti, donde está estacionada la Task Force conjunta para el Cuerno de África, que cuenta con unos 4 000 hombres de las Fuerzas Especiales estadounidenses. Dotadas de helicópteros y aviones especiales, esas fuerzas efectúan incursiones nocturnas, sobre todo en la vecina Somalia y en Yemen, con el respaldo de francotiradores especializados y de expertos en técnicas de asesinato. Fuerzas especiales, que se hayan a la disposición del Mando de Estados Unidos en África (AfriCom), operan en Nigeria y en muchos otros países del continente africano. Esas fuerzas forman parte del Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (UsSoCom) que, luego de haber sido utilizado por el [presidente] republicano Bush –fundamentalmente en Afganistán e Irak– ha adquirido ahora, con el [presidente] demócrata Obama, una nueva importancia.
JPEG - 23.3 KB En este libro, prácticamente convertido en objeto de culto, el almirante estadounidense McRaven describe las más descabelladas operaciones de comando de la historia, incluyendo el falso asesinato de Osama ben Laden en Pakistán.La administración Obama –según escribe el Washington Post– «prefiere la acción encubierta antes que el uso de la fuerza convencional». El comandante del UsSoCom, almirante William McRaven, declaró hace un mes ante una comisión senatorial que las fuerzas estadounidenses destinadas a la realización de operaciones especiales están operando en 78 países del mundo entero, ya sea en la realización de acciones directas o en funciones de entrenamiento de unidades locales.
El almirante no especificó en qué países y sólo dijo que en Afganistán se ha instaurado un nuevo mando de operaciones especiales, que incluye además las operaciones especiales de la OTAN. O sea, Washington no pone fin a su guerra en Afganistán, sólo la convierte en «encubierta».
Otras fuentes oficiales confirman que grupos de fuerzas especiales han sido desplegados en Jordania y Turquía, para entrenar y dirigir grupos armados en el marco de la «guerra secreta» contra Siria (como ya se hizo antes contra Libia).
Las Fuerzas Especiales se utilizan cada vez más a menudo en Europa oriental, sobre todo para entrenar a los neonazis que participaron después en el golpe de Estado de Kiev, como lo confirma una serie de documentos fotográficos que muestra neonazis ucranianos de UNA-UNSO entrenados en Estonia en 2006 [1].
Pero la mirada del UsSoCom va mucho más lejos y su «Visión 2020» prevé «la construcción de una red global de fuerzas para las operaciones especiales», incluyendo las de países aliados –como Italia–, red que estaría naturalmente bajo las órdenes de Estados Unidos. De esa manera, la decisión de irse a la guerra estaría aún más en manos de las cúpulas del poder y los parlamentos perderían el restringido poder de decisión que aún pudiera quedarles en ese campo. Y la guerra desaparecerá poco a poco del campo de visión de la opinión pública, ya demasiado acostumbrada a creer que sólo existe lo que puede verse, o más bien lo que nos dejan ver los grandes medios que tergiversan y falsifican la realidad.
Así esta sucediendo con la campaña de la Casa Blanca por la liberación de las escolares nigerianas secuestradas, mientras que en el Yemen bajo control de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos miles de muchachas y de niñas provenientes de África se convierten cada año en esclavas sexuales de los potentados yemenitas y sauditas aliados de Washington.
Manlio Dinucci