¿Quién es Thierry Meyssan ?
Intelectual francés,
presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus
análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe,
latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y
desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores,
2008).
El enfrentamiento entre
los golpistas de Kiev, respaldados por la OTAN y la Unión Europea, y
los federalistas ucranianos, que cuentan con el apoyo de Rusia, ha llegado a un
punto en que es imposible volver al statu
quo ante. El 2 de mayo de 2014, el presidente golpista Olexander
Turchinov y el oligarca israelo-ucraniano Igor Kolomoisky organizaron una masacre
en la Casa de los Sindicatos de Odesa, hecho al que la prensa occidental
ha restado importancia desde el primer momento y que ahora esconde, a
pesar de los testimonios y pruebas que siguen acumulándose [1]. Después de los horrores registrados en
Odesa el 2 de mayo, no parece posible que las dos poblaciones puedan
seguir viviendo juntas.
Quedarían 3 posibles
escenarios:
Estados Unidos decide transformar Ucrania en una nueva Yugoslavia donde provocar una guerra, con la esperanza de implicar en ella a Rusia y la Unión Europea para que se desgasten entre sí;
Estados Unidos trata de multiplicar los teatros de enfrentamiento alrededor de Rusia, empezando por Georgia;
Estados Unidos empuja combatientes no estatales a desestabilizar a Rusia en Crimea o en Daguestán.
Estados Unidos decide transformar Ucrania en una nueva Yugoslavia donde provocar una guerra, con la esperanza de implicar en ella a Rusia y la Unión Europea para que se desgasten entre sí;
Estados Unidos trata de multiplicar los teatros de enfrentamiento alrededor de Rusia, empezando por Georgia;
Estados Unidos empuja combatientes no estatales a desestabilizar a Rusia en Crimea o en Daguestán.
Independientemente de la
opción que se escoja al final, el hecho es que Washington ya está creando
desde ahora un ejército de mercenarios.
El Consejo de Defensa del
nuevo régimen de Kiev ha enviado emisarios a Europa occidental para contratar
militantes de extrema derecha dispuestos a ir a Ucrania a luchar contra
los federalistas –calificados de «pro-rusos». Y ya se creó una
célula «Pravy Sektor Francia» cuyos miembros serán incorporados
próximamente a la Guardia Nacional ucraniana. Por otro lado, el Consejo de
Defensa de Kiev tiene también la intención de engrosar las filas de sus
defensores agregando a estos neonazis de Europa occidental numerosos
yihadistas, poseedores de verdadera experiencia en el plano militar.
Si pasamos por alto
cierta mezcolanza de símbolos, lo cierto es que nazis y yihadistas tienen cosas
en común: el culto de la violencia y el sueño sionista de dominación
mundial. Y son por lo tanto compatibles con todas las demás organizaciones que
Washington apoya, hasta con el Frente de Izquierda Ruso de Serguei Udaltsov y
con su amigo Alexei Navalny. De hecho ya existen numerosos contactos
entre ellos.
Más que aplicar la
clásica categorización derecha/izquierda de los tiempos de la guerra fría, la
única línea definitoria pertinente en estos tiempos es
imperialismo/resistencia. En Ucrania, el régimen de Kiev y sus partidarios
usan como referencia la lucha de la Wehrmacht contra los judíos,
los comunistas y los rusos mientras que en Donetsk se celebra
la victoria de la Patria sobre el fascismo durante la «Gran Guerra
Patria», o sea la Segunda Guerra Mundial. Los de Kiev definen su identidad
en función de su propia Historia, ya sea esta real o mítica. Los de Donetsk se
definen como personas provenientes de comunidades con historias diferentes pero
unidas por su lucha contra la opresión.
La prueba viviente de que
esta frontera es la única realmente pertinente es el oligarca judío Igor
Kolomoisky, quien financia individuos que gritan «¡Muerte a los judíos!».
Kolomoisky es un mafioso que ha acaparado una de las mayores fortunas
de Europa apoderándose –a punta de pistola– de grandes empresas de la
metalurgia, la finanza y la energía. Goza del respaldo de
Estados Unidos y ha posicionado varias personalidades estadounidenses
–como el hijo del vicepresidente Joe Biden– en el consejo de
administración de su holding ucraniano
del gas [2]. Kolomoisky
no sólo no tiene ningún reparo en financiar grupos neonazis
sino que además se alegró cuando estos asesinaron –por orden suya– varios
judíos antisionistas en Odesa.
No es nueva la
colaboración entre nazis y yihadistas. Tiene su origen en las
3 divisiones musulmanas de la Waffen SS.
La 13ª División SS «Handschar» se componía
de bosnios, en la 21ª División SS «Skanderbeg» eran
kosovares y los combatientes de la 23ª División SS «Kama»
eran croatas. Todos eran musulmanes y practicaban un islam influenciado
por Turquía. A fin de cuentas, la mayoría de aquellos combatientes
desertaron durante la guerra contra el Ejército Rojo.
Más recientemente, nazis
y takfiristas lucharon juntos nuevamente contra los rusos a raíz de la
proclamación del Emirato Islámico de Ichkeria (Segunda guerra de Chechenia,
1999-2000).
El 8 de mayo de 2007, en
Ternopol –localidad del oeste de Ucrania– nazis de los países bálticos, de
Polonia, Ucrania y Rusia y yihadistas ucranianos y rusos crearon un
llamado «Frente Antiimperialista», con apoyo de la CIA.
Su presidente es Dimitro Yarosh, convertido por obra y gracia del golpe de
Estado de Kiev –en febrero de 2014– en secretario adjunto del Consejo
de Seguridad Nacional de Ucrania y posteriormente en candidato de
Pravy Sektor a la elección presidencial del 25 de mayo.
En julio de 2013, el emir
del Cáucaso y responsable local de al-Qaeda Doku Umarov exhortó a los
miembros del «Frente Antiimperialista» a irse a luchar a Siria.
No existe, sin embargo, documentación clara sobre la participación de
nazis en las operaciones de desestabilización que actualmente se desarrollan en
el Levante.
Lo que sí se sabe es que
varias decenas de yihadistas tártaros de Crimea estuvieron luchando en Siria y
fueron posteriormente trasladados a Kiev por el servicio de inteligencia de
Turquía (MIT) para participar en los desórdenes de EuroMaidan y en
el golpe de Estado del 22 de febrero, junto a Dimitro Yarosh [3].
Las medidas adoptadas en
Europa, a pedido del secretario estadounidense de Seguridad de la Patria
Jeh Johnson, para impedir el regreso de los yihadistas a sus países de
origen muestran que la CIA tiene intenciones de utilizarlos en un nuevo
frente [4]. La dimisión forzosa
del príncipe saudita Bandar Ben Sultan, el 15 de abril y a pedido del
secretario de Estado John Kerry [5], y la de su hermano el príncipe Salman Ben
Sultan, el 14 de mayo y bajo la presión del secretario de Defensa
Chuck Hagel [6], demuestran la voluntad estadounidense de
avanzar hacia una refundación del dispositivo yihadista.
¿Sabrán los europeos y
árabes que han optado por la resistencia aliarse también?
Thierry Meyssan