domingo, 19 de enero de 2014

Publicado el: Sab, ene 18th, 2014

La Mezquita de Córdoba como medio de lucro de la Iglesia Católica

lucasleonsimon ⎮17 enero, 2014 
cordobamezquita1
Según datos que ha facilitado el Cabildo Catedralicio de Córdoba, por voz de su arcediano, Fernando Cruz-Conde, la Mezquita ha superado en el 2013 su récord de visitas superando 1,4 millones de visitantes.
La declaración institucional se vanagloria del éxito obtenido pero oculta un dato importante, estás visitas a un monumento público de la ciudad tienen un precio. El que camuflado como un “donativo” de 8 euros por visitante evita todo tipo de impuestos y supone una renta neta para las arcas de la Iglesia de más de 11 millones de euros al año.
La Mezquita fue construida entre 780 y 785 por Abderramán I, con numerosas reformas y ampliaciones posteriores. Doce siglos después, el 2 de marzo de 2006, la Iglesia Católica inscribió el inmueble a su nombre en el registro de la propiedad número cuatro de Córdoba (tomo 2381, libro 155, folio 198). El trámite costó apenas 30 euros.
Tal robo fue posible por dos milagros. El primero, que José María Aznar cambió la ley hipotecaria en 1998 para permitir a la Iglesia apropiarse de edificios de dominio público, aunque sean patrimonio de todos los españoles: basta con que el señor obispo dé fe y certifique que pertenecen a la Iglesia, sin necesidad de notario. El segundo milagro, es que disponer de un edificio de 23.400 metros cuadrados en pleno centro de Córdoba le sale gratis a la Iglesia: no paga el IBI y tampoco  los gastos de conservación y mantenimiento.
Estamos ante un expolio más. Un saqueo perpetrado a conciencia por la ideología neoliberal y la jerarquía eclesiástica que tiene al pueblo de Córdoba como víctima.
En una ciudad con 45.000 parados, con una buena parte de la población afectada por una pobreza mucho más extrema que técnica, un sector de la población infantil en situación de hambre fisiológica, con los comedores sociales a rebosar, con las instituciones de ayuda social desbordadas, la Iglesia de la “Justicia, Paz y Fraternidad” se dedica a lucrarse con un bien público, arrebatado arteramente a la ciudadanía, sin pagar el más mínimo impuesto y transfiriendo al Estado la mayor parte de las obras de conservación y mantenimiento del bien que explota en su exclusivo beneficio.
Esta situación no es tan sólo aberrante, es motivo suficiente para un levantamiento popular. La política, la moral y la religión de este país y de esta ciudad se han convertido en un pestilente negocio.
¿Cómo pueden aparecer tan ufanos los miembros del Cabildo Catedralicio cordobés ante un robo y una rapiña tan descomunales?
¿Cómo puede la Iglesia, tanto a nivel local como nacional, dar muestras de tamaña insensibilidad social?
¿Cómo se pueden embolsar más de 11 millones al año y no amagar siquiera con un gesto ante una ciudad y unos ciudadanos dolientes?
En unas circunstancias parecidas a las actuales, en 1652, un motín conocido como el “Motín del Pan” o el “Motín del hambre” implantó en la ciudad una brevísima república (cinco días) de corte anarquista, el Clero y la Nobleza local estuvieron a punto de perder sus cabezas.
Lástima que la conservarán.

viernes, 17 de enero de 2014

Aclaraciones sobre el término Semita

En el Antiguo Testamento se dice:
Yavé - Jehová, tu Dios, te introducirá en la tierra adonde vas y que pasará a ser tuya; arrojará delante de ti a muchos pueblos, al heteo y al guergaseo, al amorreo y al cananeo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo, siete naciones mucho más numerosas y poderosas que tú.

El término semita se refiere a aquellas personas cuya lengua materna es una lengua semita. El término se empleó originalmente en el ámbito lingüístico para referirse a una gran familia de lenguas originarias del Próximo y Medio Oriente y que actualmente se conocen como lenguas semíticas.
Pese a carecer de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término ario, la voz semita durante el siglo XIX transfirió su sentido lingüístico original a uno nuevo, pseudocientífico y de corte racial. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el segundo sentido del término ha quedado en desuso.

Origen

El término semita (del hebreo bíblico "Sem", en caracteres hebreos: שם, traducido como "nombre", y en caracteres árabes: ساميّ) hace referencia a los pueblos citados en la Biblia descendientes de Sem, segundo hijo de Noé, en referencia a que Jafet era el hijo mayor (Génesis 10:21) y Cam el menor (Génesis 9:24). En la Biblia, en el libro del Génesis se encuentra la narración del diluvio y en ella está la genealogía en la tabla de los pueblos, donde se hace referencia a los semitas. Los antiguos pueblos de habla semítica incluyen a los habitantes de Aram, Asiria, Babilonia, Siria, Canaán —incluidos los hebreos— y Fenicia.
El término fue propuesto inicialmente por August Ludwig von Schlözer en el "Repertorium" de Eichhorn,1 para referirse a las lenguas emparentadas con el hebreo. Consta en la Enciclopedia Católica que ya en 1807 había sido adoptado como término étnico. Por extensión, semita se empezó a utilizar para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales.
En lingüística y etnología, el término Semita se usa para referirse a una familia lingüística de origen predominantemente medio-oriental, ahora llamada lenguas semíticas. Esta familia lingüística incluye las formas antiguas y modernas del acadio, el amhárico, el árabe, el arameo, el fenicio, el ge'ez, el hebreo, el maltés, el yehén y el tigriña y todos los pueblos árabes en general que también usan una lengua de origen semitico.
Los pueblos de lengua semita estaban constituidos por un conjunto heterogéneo de pueblos y etnias, todos ellos pertenecientes a la antigua familia lingüística semita. La acepción racial de semita es hoy considerada pseudocientífica, y su uso desaconsejado. La relación entre los pueblos semitas se debe exclusivamente a su origen lingüístico y cultural, por lo que el uso de semita se debe circunscribir a estos ámbitos. Es, pues, impropio hablar de "razas" indoeuropeas o de "razas" semitas, sino que debe hablarse de pueblos que hablaron alguna de estas lenguas.
Es especialmente en la clasificación propia de la lingüística y al considerarse las familias de lenguas, donde se determinan regiones con grupos que hablan las diferentes lenguas, entre las que también existen las lenguas semíticas.

Antisemitismo

A finales del siglo XIX se acuñó el neologismo antisemitismo en panfletos que exhortaban a la hostilidad ideológica y racial contra los judíos. Ese ha sido y sigue siendo el significado exclusivo del término, es decir, aplicado exclusivamente a los judíos (y no a otros pueblos con lenguas semíticas, como los árabes), y así lo recoge el DRAE (véase su definición).
Sin embargo, al decaer la ficticia teoría racial en la que se sustentaba el término cuando fue creado, y dado que las actitudes antijudías actuales (véase neoantisemitismo) se basan en unos supuestos distintos a los de la época del caso Dreyfus o del racismo de Estado de los nazis y, sobre todo, con el fin de evitar confusiones en referencia a otros pueblos que hablan lenguas semíticas, últimamente se prefiere el uso de términos equivalentes no ambiguos, como judeofobia o antijudío, reservando antisemitismo para su uso en referencias históricas a las ideologías antijudías de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

Por otro lado también hay que tener presente movimientos de hostilidad tales como el antisionismo. El sionismo es un movimiento político inicialmente surgido del judaísmo y, en determinados casos, "antisionismo" puede ser una forma encubierta. de proclamar "antisemitismo".